La inteligencia artificial transforma la navegación web. Atlas y Comet prometen ejecutar tareas complejas. ¿Qué significa esto para tu estrategia digital?
¿Cuántas pestañas tenés abiertas en este momento?
Probablemente uses tu navegador para investigar, comparar, comprar o gestionar tareas. Escribís una consulta en un buscador, analizás una lista de enlaces, abrís varios sitios, filtrás la información y, finalmente, tomás una acción.
Este ritual, un pilar de nuestra interacción con internet durante décadas, podría cambiar drásticamente durante los próximos meses. ¿Por qué?
Porque la nueva generación de navegadores web ya no son herramientas pasivas para encontrar información, sino asistentes activos diseñados para ejecutar tareas. Dos nombres resuenan con fuerza en esta revolución: ChatGPT Atlas (de OpenAI) y Comet (de Perplexity).
Bienvenidos a la era de los navegadores autónomos.
Un agente de IA es un software que entiende un objetivo complejo y realiza múltiples pasos de forma autónoma para cumplirlo. Cuando esta capacidad se integra en un navegador, la experiencia web se transforma.
Imaginá que, en lugar de buscar "vuelos a Bariloche", "hoteles en Llao Llao" y "alquiler de auto en aeropuerto Bariloche", simplemente le pedís a tu navegador: "Planificá un viaje de cinco días a Bariloche para la primera semana de diciembre, encontrá el mejor vuelo directo y un hotel 5 estrellas cerca del lago".
El navegador autónomo no te devuelve una lista de enlaces.
Directamente investiga opciones de vuelos, compara precios, filtra hoteles según tu criterio (que ya conoce por interacciones previas), verifica la disponibilidad de autos y te presenta un itinerario completo listo para confirmar.
Modelos como Atlas y Comet buscan ser ese copiloto proactivo, con el que ya no buscamos, sino más bien delegamos.
Pero este cambio no pasa solo por la búsqueda, sino también por la hiper-personalización.
Estos navegadores están diseñados para aprender de vos, de tus hábitos de navegación y búsquedas. Así, no planifican "un" viaje; planifican TU viaje. Sabrán si preferís asientos de pasillo, o si tenés un presupuesto específico para hoteles o si sos alérgico a ciertos alimentos al buscar restaurantes.
El navegador deja de ser una ventana genérica para convertirse en un centro de productividad personal. Su función principal se desplaza de mostrar información a ejecutar acciones:
Naturalmente, este nivel de personalización y autonomía genera debates. Porque, para que un navegador autónomo sea tan eficiente, necesita acceder a una cantidad inmensa de información personal: tu historial de navegación, tus correos, tu calendario, e incluso tus datos de pago para ejecutar compras. En ese sentido, el equilibrio entre una conveniencia sin fricciones y la soberanía de nuestros datos seguirá siendo un tema de discusión.
Como ya mencionamos en otros artículos, la irrupción de la inteligencia artificial generativa impacta de lleno en el tráfico orgánico: los usuarios visitan menos los sitios web, porque reciben una respuesta única en la página de resultados, la aplicación de chat o en la barra lateral del navegador.
Debido a eso, ya no alcanza con posicionar un conjunto de palabras clave (aunque aún siga siendo relevante planificar la estrategia pensando en ellas). El valor del GEO es un activo de marca. El objetivo es aparecer en la lista de “Fuentes” o “Referencias” que plataformas como Google AI Overviews, ChatGPT o Perplexity muestran junto a sus respuestas.
Esa atribución es un nuevo estándar de autoridad digital, que implica sobre todo dos cosas:
Por esto, la llegada de Atlas y Comet nos propone una reconfiguración del ecosistema digital que difícilmente podamos ignorar. Hacerlo sería como preparar una estrategia de marketing en 2005 sin tener en cuenta a Google.